David Cay Johnston, que ha seguido a Trump más de cerca que cualquier otro periodista, nos da una mirada más profunda sobre el hombre que ya es presidente, partiendo de décadas de entrevistas, registros financieros, documentos judiciales y declaraciones públicas.
En su libro proporciona la imagen más completa del extraordinario ascenso de Donald Trump.
Cuenta el recorrido de la carrera de Trump, de cómo un chico de una tranquila zona de Queens (Nueva York) se convertiría en una compleja figura pública analizando su carrera que ha estado plagada de innumerables problemas legales, desde los orígenes de la fortuna inmobiliaria de su familia, su educación y carrera temprana, su propio imperio de negocios, hasta el torbellino de su candidatura presidencial.
En este libro sobre Trump analiza una vertiente rara vez presentada en la prensa: sus vínculos con la mafia, los traficantes de drogas y los delincuentes.
«Johnston desentraña cuidadosamente el nudo de mentiras que ha caracterizado la campaña presidencial de Trump» The Independent.
David Cay Johnston
San Francisco (EE.UU.), 1948
Es un periodista de investigación y ganador del Premio Pulitzer de Periodismo en 2001,obtenido por su investigación sobre vacíos legales en el sistema fiscal estadounidense. Sobre ese tema, impuestos, escribió durante años para el Times. También ha sido colaborador de Reuters y Al Jazeera, y actualmente escribe en The Daily Beast.
Por fin una exposición del underground y de la contracultura de los años 70 en Catalunya. Fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico del poder, posibilitaron unas grietas por las que se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera.
Jaime Rosal era un tipo raro. Traducía a los franceses de la Ilustración (una gauche divine más bien olvidada), decía lo que pensaba y fumaba en pipa con delectación.
El Palau Robert prepara una exposición que reivindica la contracultura de los setenta.