(No me he acordado de hablar de la guerra de Vietnam ni de que Jimi Hendrix era zurdo.)
El zoom se va abriendo, abriendo, y el protagonista acaba siendo un puntito en medio de la verde hierba, y después, ¡puf!, desaparece y toda la película se explica a sí misma... es Blow-Up, el film de Antonioni con cuyo final comienza este texto. Las películas rodadas después de los sucesos del 68 siempre resultan muchísimo más pesimistas que las que se produjeron unos meses antes. Y por el camino quedaron Leary, Kesey, Marcuse (cárcel o destierro o persecución), Hendrix, Morrison (muertos) y aquellos chicos europeos, ¿cómo se llamaban?, ¡ah, sí!: Cohn-Bendit era uno (éste ha sabido reciclarse políticamente como un Walesa cualquiera), y la chica (yo la veía en televisión. Una chica con minifalda y dientes de conejo) se llamaba... Bernardette Devlin, eso, como aquella otra Bernardette (Subirou) que no supo por boca de la Virgen tres terribles misterios, porque no estaba en Fátima, sino en Lourdes. Ahora bien, al Papa, desde lo de Fátima han tenido que tratarle el insomnio, a éste y a los demás que conocieron la terrible advertencia final. Así que pusieron en marcha la máquina preservadora; y todo hubiera ido bien si los muchachos de la C.I.A. no hubiesen estado repartiendo miles de dosis de L.S.D. entre las comunas hippies de San Francisco, pensando que se trataba de una nueva arma química. Y evitando eso, se habría evitado que comenzase una nueva era. Afortunadamente, las eras duran ya poco hoy en día, cada vez menos, con lo cual hasta el que pensaba no llegar a divertirse en su vida puede alcanzar algunos momentos dignos de recordar una vez muerto.
El final de Blow-Up explica una vez más el éxito de los mecanismos autoamnésicos en la especie humana, y esos resortes pueden actuar superponiéndose a nuestro más voluntarioso interés por recuperar la memoria, sea de la década o el siglo que sea. El Papa nunca hubiera Introducido drogas psiquedélicas en las comunas na- turistas ni en las universidades, porque un papa siempre tiene que saber qué efecto producen esas cosas; por ejemplo, convertir a toda una generación de prometedora carne de cañón en idólatras paganos reunidos en torno a sus modernos chamanes: Jimi Hendrix, Jim Morrison, Syd Barren, Grate- ful Deady otros. También el pesimismo con que termina Blow-Up nos dice mucho sobre lo sencillo que resulta, a la larga, conducir a los grupos sociales humanos hacia lugares físicos o mentales elegidos por el poder mientras todos siguen creyendo que están rozando las puertas del cielo. Esa fue la gran artimaña: el cambiazo de sustancia que comenzó a propinarse en los setenta.
Para analizar el tema de las décadas, que resulta de indudable interés, hemos podido tener con nosotros a Pérez, el ideólogo de Macromassa, que ha aceptado contestar a unas preguntas:
¿Está usted convencido de su método?
Sólo he podido comprobarlo en el cámpo de la música pop o rock, es decir, del floklore vivo actual que es medianamente universal. Ignoro si esto podría trasladarse a otros ámbitos...
¿Cuál es esa teoría? Ardemos en deseos de conocerla.
Verá usted, las décadas impares son décadas de ruptura con lo existente, de surgimiento de propuestas nuevas, generalmente equipadas con la sencillez de suponer y creerse, en sí mismas, ori- ginales, diferentes, y practican el desprecio y la ¡conoclastia con lo sucedido en décadas anteriores.
Por el contrario, las décadas pares corresponden al desarrollo de lo expuesto en la década impar anterior, lo cual alcanza un clímax e, inmediatamente, inicia su decadencia, cuyo límite es la década impar siguiente, hasta más o menos su mitad, donde vuelve a producirse otra ruptura y todo el ciclo vuelve a comenzar. ¿Me he explicado?
Sí, no dudo que lo entenderé pronto.
Vea usted que, en 1957, Elvis Presley representaba algo extremadamente provocativo. La evolución de esa estética se produjo :durante los 60’s, alcanzó su máxima expresión a finales de esa misma década y comenzó a decaer pesadamente hasta la nueva ruptura en 1977.
Así que los sesenta fueron años de evolución y las rupturas se producen en las mismas décadas en que la decadencia se hace insoportable...
Exacto, de manera que los finales de los ochenta fueron la más alta cota a la que va a acceder todo aquello que proviene del punk, y a finales de esta década nos encontraremos con una nueva ruptura. Así de sencillo.
Digamos que Prince sería, como pudo serlo Hendrix, el punto más álgido de la década par más reciente...
Me gusta considerarlo así, aunque también acepto como hecho simbólico la quema pública de instrumentos electrónicos en Libia y la automática prohibición de su importación y fabricación.
Pero, ¿los libios hubieran hecho algo así en 1967? ¿Qué cosa podría estar tocando Jimi Hendrix en 1987?
Resulta difícil admitir que hace tan sólo veinte años existieran fundadas esperanzas de que el mundo se podía y dejar mejor de lo que estepa. John Lennon nunca se imaginó que, pidiendo una oportunidad para :ia; paz, se estuviese refiriendo al final de la guerra fría, la caída del muro de Berlín y la aparición de las nuevas guerras religioso-económicas, civiles (persecución de la droga, sida) o militares (invasión de Kuwait por Irak). Años ingenuos, ios sesenta. «¿Hendrix hacía música para blancos? Probablemente era un músico interétnico como los que existen ahora. pero desde luego no hacía new-age y lo más probable es que ni él mismo se hubiera dado cuenta de que era negro o de que existían los blancos. Por el contrario, Prince hoy mismo sabe perfectamente que es negro y gana mucho dinero de los blancos», ha dicho Pérez al despedirse de nosotros,
BREVE COMENTARIO SOBRE ALGUNOS HECHOS DE IMPORTANCIA QUE TUVIERON LUGAR EN 1967
Lo primero que hay que destacar de lo sucedido en aquel año es que Bob Dylan no sacó ningún disco, dejando por una vez de hacerlo (y a partir de ahí, entró en un eclipse de varios años, todo hay que decirlo). Los Beatles, por el contrario, sacaron al mercado un documento psiqüedélico llamado Sgt Pepper's Lonefy Hearttis Club Bahd, y los Pink Floyd
su primer y único disco con Syd Barrett, The Jimi Hendrix aparecía con ¿Are You Experienced?. También los Doors sacaban su primer L.P. al mercado.
La industria comprendió perfectamente el mensaje. Ni los acaramelados Moody Blues ni los optimistas Beach Boys interesaban para nada a una juventud con poder adquisitivo, entregada totalmente a sus ídolos mediante la ingestión de drogas, en multitudinarios festivales, reunidos por miles... Mientras la industria afilaba sus garras, la política disolvía los anos sesenta con un modesto balance de heridos.
COMENTARIO AUN MAS BREVE SOBRE LOS ELEMENTOS MUSICALES QUE SUPUSIERON UNA INNOVACION AL FINAL DE LA DECADA DE LOS SESENTA:
a) El carácter ritual que los encuentros para escuchar música adquirieron en aquellos años, debido al acompañamiento de tales actos por la ingestión de drogas psiquedélicas, introdujo en las formas musicales populares el concepto del trance, trasmitido por el chamán y apoyado por los estroboscopios y las luces de aceita El concepto de canción se difuminó, dando lugar a largos desarrollos que se acercaban a las músicas de otras culturas remotas aunque en los setenta fueron hábilmente suplantados por las formas clásicas de la música culta europea en forma de suites, sinfonías y cosas así. (Ese fue el rock sinfónico contra el que se descargó la ira juvenil en 1977.)
b) La realidad político-social sensibilizó sobremanera a músicos y seguidores haciéndoles tomar contacto con otras posturas artísticas contemporáneas: plásticas (John Lennon con Y. Ono), literarias, cinematográficas, etc. Ello introdujo en el rock elementos arty, como lo era en sí misma la relación de Jim Morrison con el cine alternativo, por ejemplo.
c) Finalmente, como ya hemos apuntado antes, la influencia y reconocimiento de otras: culturas étnicas más antiguas introdujo elementos sonoros nuevos, conceptos formales e instrumentos musicales desconocidos hasta entonces.
d) Como no hay tres sin cuatro, en los sesenta comenzaban a desarrollarse los sistemas experimentales que darían sus frutos en los primeros sinteüzadores. luego, en la aparición de una industria tan potente como la discogràfica que fabricaría todos los instrumentos electrónicos que cualquier músico haya: podido soñar y otros que, a según quién, le hubieran producido hasta pesadillas...
Podemos pensar que hoy día lo progresivo de todo aquello es un mero zócalo lo embellecido que recuerda a una aspiración global, pero no deberíamos engañarnos: la música que se hace ahora es una consecuencia directa de toda la anterior. Para ser más exactos, 1990 es a 1987 lo que 1970 fue a 1967. En cualquier caso, repasando lo visto, hoy en día existe música de trance extraordinaria, desde Sonic Youth a Can, pasando por el tecno frenético de las discos (una herencia directa de los setenta). La interrelación entre el rock y otras disciplinas artísticas actuales es constante, y no sólo porque Andy Warhol hiciese clips de The Cars, sino incluso porque el paradigma del músico actual, ilustrado y provocativo es Brian Eno, antes productor multimedia que cualquier otra cosa: y también por el hecho de que el rock es actual campo abonado para los experimentos de innumerables artistas de otros lenguajes. En cuanto a la influencia étnica, huelga decir la importancia que se da hoy día a la fusión interétnica de estilos musicales y la atención que se muestra hacia ese fenómeno. No digamos el asunto dé la tecnología, que hoy día facilita la producción de nuevos sonidos, ia creación de extraordinarios shows donde intervienen tanto elementos visuales como sonoros, y en general, la música de baile, producida casi exclusivamente con alta tecnología...
Pero no nos engañemos, todo esto tiene su origen en los Sex Pistols, no en Elvis Presley: de manera que no esperemos tener una experiencia psiquedélica viajando a Berlín para ver The Wall, de Roger Watters, con un saco de dormir y unas dosis de XTC. Roger Watters sí partió de Elvis. Habría que buscar exactamente quién está haciendo ahora cosas interesantes. Y lo encontraríamos, pero lejos de la basura religiosa adulta en que termina convirtiéndose siempre el rock, que, como todo folklore, no deja de ser conservador y aburrido cuando cae en manos de músicos profesionales, directores de marketing, puristas de todo tipo, profesores académicos, críticos especializados, editores de discos y tribus urbanas. ¡Por lo menos hasta el 97!
Naturalmente, existe otro análisis posible para estas tres últimas décadas, pero coincide exactamente con la hagiografía de los Residentes y ya no hay más espacío...
Por fin una exposición del underground y de la contracultura de los años 70 en Catalunya. Fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico del poder, posibilitaron unas grietas por las que se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera.
Jaime Rosal era un tipo raro. Traducía a los franceses de la Ilustración (una gauche divine más bien olvidada), decía lo que pensaba y fumaba en pipa con delectación.
El Palau Robert prepara una exposición que reivindica la contracultura de los setenta.