Por fin una exposición del underground y de la contracultura de los años 70 en Catalunya. Fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico del poder, posibilitaron unas grietas por las que se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera.
Durante unos años de inestabilidad política por la lucha entre franquismo y democracia, esa juventud pudo vivir en unos márgenes libertarios. Fue por necesidad existencial urgente de escapar de las garras del autoritarismo en tiempos de rock and roll, contracultura y del mayo del 68 francés. No fue fácil. Costó agobios, multas, secuestros, palos, juicios y detenciones. Sin embargo, la imaginación y el entusiasmo desbordaron los muros y cualquier tenaza.
El experimento de la libertad favoreció encuentros físicos, asociaciones, viajes y espacios compartidos que hoy pueden parecer inverosímiles. Se renovó la música popular a través del folk, de la música progresiva y también de la música laietana; nacieron compañías de teatro que trastocaron la escena, incorporando el mimo, la máscara, lo grotesco, la expresión corporal y el ingenio. Por muchos palos que entorpecieran el camino, el arte se unió a la vida. Aquella desvergüenza y aquella ruptura vital multiplicó la sed poética y la necesidad de conversar para compartir las experiencias del nosotros. Nació el comix underground como metralla contra la mente oprimida, se abrieron espacios de libertad donde encontrarse hablar y escuchar música.
Fueron muchos los que huyeron de las familias autoritarias para compartir viviendas y montar comunas. Las Ramblas barcelonesas se transformaron en un foro público donde la gente se encontraba gratuitamente sin necesidad de teléfonos. Aparecieron revistas contraculturales sin subvenciones ni inserciones publicitarias, así como multitud de fanzines y de cuadernos de poesía.
No solo se luchó por normalizar la sexualidad, el feminismo y la lucha homosexual en favor de la igualdad de derechos, también se elaboraron alternativas de medicina natural, se desarrollaron las luchas ecológicas, estudios acerca de las energías blandas y de la agricultura ecológica. En psiquiatría se luchó por acabar con los electroshocks y los manicomios. Nació la objeción de conciencia y la lucha por la amnistía, también de los presos comunes.
Las puestas en práctica de otras formas de vida hizo posible muchas de las mentalidades y libertades civiles que hoy disfrutamos en nuestra cotidianidad sin apercibirnos de que tienen un origen y de que nada es como antes del 68.
Agradezco a Jordi del Rio el encargo que me hizo como comisario, a todo el equipo del Palau Robert su labor y a Canti Casanovas, el socio insuperable que es tan autor de la expo como yo. También agradezco a Dani Freixes, arquitecto de la muestra, y a la diseñadora Gemma Villegas por el ingenio desarrollado, y por supuesto a los muchos protagonistas de nuestra generación que han prestado materiales y compartido informaciones y consejos sin los que nuestra labor no hubiera sido posible.
Para acabar, resalto que todos los materiales utilizados son solo de aquellos años vividos entre dos mundos.
Por fin una exposición del underground y de la contracultura de los años 70 en Catalunya. Fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico del poder, posibilitaron unas grietas por las que se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera.
Jaime Rosal era un tipo raro. Traducía a los franceses de la Ilustración (una gauche divine más bien olvidada), decía lo que pensaba y fumaba en pipa con delectación.
El Palau Robert prepara una exposición que reivindica la contracultura de los setenta.