Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Ernesto Che Guevara.
Víctor Hugo Robles lleva 20 años con el personaje “El Che de los gays”, una metáfora política que nació en 1997, para descartuchar a la pacata sociedad chilena en transición, que escondía miles de traumas en los armarios. Hoy, cuando se cumplen 50 años de la muerte del guerrillero argentino en la sierra boliviana, nos cuenta por qué se inspiró en este otro mítico icono para construir su personaje.
¿Qué buscaste cuando nació El Che de los Gays hace 20 años?
Yo no busqué al Che sino que él se apareció como un fantasma sedicioso, él me buscó a mí. Mi loca historia con el Comandante se inició cuando yo estudiaba periodismo en la Universidad ARCIS en Santiago de Chile en los años 90. En ese tiempo de revueltas políticas varias, la universidad estaba plagada con rallados y dibujos del Che en sus paredes, no conocía la razón pero me llamó mucho la atención y decidí realizar un gesto de provocación pintándole los labios con lápiz labial rojo a uno de los dibujos, el más grande e imponente del patio central de la universidad. Pensé que se generaría algún tipo de debate o controversia entre los estudiantes pero nadie protestó ni dijo nada. Buscando radicalizar la propuesta, un 4 de septiembre de 1997, me puse una boina estrellada y acudí a una fiesta en contra de la censura que organizaba un grupo de artistas contraculturales en Santiago de Chile. Terminé protagonizando un incidente en el evento “contra la censura” lanzándole agua a la actriz Patricia Rivadeneira, la musa del under local. El sentido de mi actuación, “provocar al provocador”, no fue comprendida por los organizadores y fui expulsado del evento. Fui censurado en la “fiesta contra la censura”. Así nació “El Che de los Gays”, polémico, controversial, tenso e intenso. Ya con el tiempo supe el por qué la universidad estaba repleta de rayados del Che. El cuerpo del guerrillero había sido descubierto en Valle Grande, Bolivia, después de 30 años de búsqueda frenética. Su aparición aconteció un 28 de junio de 1997, el Día Internacional del Orgullo Gay/Lésbico/Trans. Esa era la razón de los rayados en la universidad, su cuerpo estaba siendo trasladado a Santa Clara Cuba para descansar en un mausoleo oficial. “El Che de los Gays” es una metáfora política que nace con enérgica carga simbólica y poética, es la loca huella de un Che vivo, del guerrillero que no desea descansar sino seguir luchando muchos más allá de su propia muerte.
El Che de los Gays en El Cortijo de Conchalí. Foto: Rodrigo Dorfman.
¿Por qué el Che? ¿Por qué precisamente ese personaje?
Me lo he preguntado muchas veces, podría haber sido Víctor Jara, Violeta Parra, Manuel Rodríguez, José Martí, no sé, pero el Che se me apareció en el camino y yo fui un instrumento de su loco deseo de permanencia y reconfiguración cultural. Tal vez en esta loca encarnación busca ajustar cuentas con su propio pasado, integrando ahora las luchas sexuales e identitarias que en su tiempo no pudo o no quiso librar, sea con incomprensión machista o por carecer de un contexto político – cultural propicio. El Che se me cruzó en el camino y yo me crucé en su propio devenir libertario, contaminando de nuevas luchas la biografía rebelde del más querido y mítico guerrillero latinoamericano. Nuestras luchas, nuestras propias guerras de guerrillas político-sexuales, nuestros cuerpos violentados por la discriminación y los estigmas del VIH/SIDA, desafían a las izquierdas y a la historia oficial del mismo Ernesto Guevara de la Serna.
¿Qué le debe la izquierda al Che hoy?
Le debe una lectura más amplia y más compleja de su obra, sus prácticas políticas, incluyendo sus contradicciones, sus miedos, sus dudas, las denuncias sobre actuaciones homofóbicas. La izquierda le debe al Che continuar con su legado sin renunciar a las ideas del socialismo internacionalista. Le debe su sencillez, su honradez, su locura, su mística y entrega total a la causa por los más pobre del mundo. La izquierda le debe sus manos, las mismas manos que le cercenaron sus macabros captores para identificarlo, manos esforzadas para trabajar cada día por lo que el Che siempre luchó, la justicia social. Hoy, 50 años después de su muerte, la figura del guerrillero continúa provocando sediciones, visibilidades, lecturas e interpretaciones culturales diversas en las izquierdas del mundo. Mientras el neoliberalismo campante pretende banalizar sus utopías revolucionarias mercantilizando su imagen estampada en chapitas y cuando cierta izquierda centrista se conforma con discursos arcaicos, vacíos y conformistas, las disidencias sexuales de hoy somos protagonistas de un Che homosexual, lésbico, travesti, seropositivo, mapuche y feminista. Un Che que contradice el historial de homofobias e intolerancias del mismo Guevara de los años 60 en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción de Cuba. Hablo de un Che nuevo, un Che otro, otra. Un Che siempre vivo, nunca muerto.
Con Pepe Ribas en la presentación de la exposición Ajoblanco en Santiago de Chile, diciembre de 2015.
Trascender la provocación. Se dice que al Che no le gustaría ver tu personaje porque era homófobo ¿tú lo ves así?
Ernesto Guevara fue prisionero de prejuicios e intolerancias de una época, así como lo fue el mismo Fidel Castro. Esos prejuicios e incomprensiones provocaron muerte y discriminación para una comunidad que no olvida la persecución a homosexuales en los primeros años de la Revolución Cubana. Mi personaje no reivindica ese historial amargo del proceso revolucionario así que más bien busca tensionar, plateando un justo cuestionamiento desde una mirada de maricas de izquierdas. Se trata de una contracara a ese tiempo de discriminación, estigma y persecución. No sé si el Che vivo le gustaría mi personaje, existen personas en Cuba a los que no les gusta “El Che de los Gays”, les incomoda, pero muchos otros lo valoran y aprecian como Mariela Castro Espín, Directora del Centro Nacional de Educación Sexual de Cuba. La querida y cómplice diputada de la Asamblea Nacional e hija del presidente Raúl Castro ha señalado lo valiosos e interesante que resulta rescatar al Che desde las diversidades sexuales e incluso ha expresado que si el Che viviera, ella le habría tocado la puerta para pedirle su apoyo a la lucha en contra de la discriminación.
Víctor Hugo Robles con Pedro Lemebel. Centro Cultural Estación Mapocho. Santiago de Chile, 1993. Foto: Eugeni Rodríguez.
En Chile se exige quizá más provocación para que la gente se concientice de los temas que en Chile están detenidos en el tiempo, por ejemplo, recién se acaban de aprobar las "tímidas 3 causales" sobre el aborto.
Chile muchas caras, somos múltiples y diversos así como millones de habitantes. Existe un rostro añejo, conservador, machista, misógino y homofóbico que pretende desconocer los derechos y las conquistas de mujeres y diversidades sexuales. El aborto en tres causales ha sido una lucha importante, tal vez tímida, pero finalmente un avance en derechos sexuales. En el futuro deberemos avanzar en aborto libre y gratuito enfrentando credos e iglesias neocoloniales, así como en matrimonio igualitario. Junto a las batallas legales, urge impulsar transformaciones culturales que provoquen los cambios estructurales. Todas esas batallas se darán con la unidad del movimiento social porque tal como la expresaba el mismo Che: “La única lucha que se pierde es la que abandona”.
Víctor Hugo Robles con su abuelita Luzmira, fallecida el 31 de marzo de 2017. Foto: Paz Errázuriz
¿Y en el caso del SIDA? ¿Ha desarrollado el país políticas públicas que gestionen esta enfermedad crónica? ¿Políticas preventivas? ¿Acciones comunitarias?
Chile está viviendo una aguda crisis sanitaria. El último informe de ONUSIDA relativo al VIH/SIDA en América Latina, sitúa a nuestro país en ranking de notificaciones VIH positivas entre 2010 - 2016. La crisis del VIH/SIDA en Chile ha visibilizado múltiples retrocesos y dificultades en el sistema público de salud, entre los que destaca la breve e ineficaz campaña comunicacional de prevención del VIH/SIDA que no se realizaba hace dos años atrás, la ausencia de programas de educación sexual en las escuelas, la sensible atención integral a las personas que vivimos con VIH/SIDA y la entrega parcelada de medicamentos antirretrovirales en las farmacias de los hospitales. Se trata de un retroceso en las políticas públicas que pone en duda nuestro sistema de garantías de salud pública.
En este complejo contexto, diversos activistas del VIH/SIDA hemos decidido movilizarnos comunitariamente y realizar acciones de urgente protesta exigiendo que nuestras voces sean debidamente escuchadas por las autoridades e incorporadas en la implementación de nuevas políticas públicas de salud en VIH/SIDA. Las personas que luchamos, vivimos y convivimos con VIH/SIDA tenemos legítimo derecho a decidir sobre lo que se hará con nuestros cuerpos y nuestra salud. Hace algunas semanas un grupo de personas viviendo con VIH/SIDA presentamos un Recurso de Protección en los Tribunales de Justicia en contra de la Ministra de Salud demandando información sobre el traslado discriminatorio e inconsulto de nuestra atención de salud especializada desde hospitales complejos a consultorios de atención primaria. La acción legal fue declarada inadmisible por los magistrados de la Primera Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago pero las razones y fundamentos de la grave denuncia continúan vigentes debido a las consecuencias sociales de su aplicación y la alarma pública generada entre la comunidad afectada. El polémico traslado ha sido desconocido por las autoridades sanitarias en instancias públicas pero el miedo y el rechazo crece entre las comunidades de personas viviendo con VIH/SIDA. La nueva medida del Ministerio de Salud es resistida porque nos expondría a la pérdida de la confidencialidad y a la discriminación social en servicios primarios donde se carecen de especialistas. El VIH/SIDA parecía un desafío controlado y tratable pero las últimas cifras y la crisis que se ha desatado en diversos ámbitos de la política pública demuestra que la pandemia nunca se detuvo sino que se hizo por un tiempo indetectable para seguir creciendo y afectado a nuevas comunidades entre ellas las poblaciones más jóvenes. Las diversidades sexuales, particularmente los grupos oficiales, son responsables de la alza en las estadísticas porque mientras levantan banderas de derechos políticos, omiten campañas de prevención del VIH/SIDA en nuestras comunidades. El cuerpo, la vida y la salud debe ser una prioridad.
En junio de 2017 participaste en el Word Pride de Madrid, ¿cómo evalúas esa experiencia?
El recuerdo de la revuelta de Stonewall en Madrid, 47 años después, fue celebrada en un territorio donde prevalecen importantes derechos políticos y son visibles los colectivos de la diversidad sexual. Una valoración de legítimos derechos conquistados pero que parecen estar aprisionados en un orgullo ocioso y turístico, un orgullo promovido por la lucrativa cámara del comercio gayfriendly de Madrid. En ese marco de contención, el orgullo gay en Madrid 2017 se pintó de los colores y se vendió como inclusivo pero era finalmente el dinero la primera forma de inclusión - exclusión. El poder adquisitivo, las diferencias de clase al interior de las comunidades de la diversidad sexual y el oportunismo político de la derecha española, resultaron evidentes siendo reflejados en la existencia de dos manifestaciones públicas: una festiva, alegre y conciliadora, mientras otra se inscribió en un espacio crítico, político y demandante, recuperando el sentido original de la revuelta de Stonewall. En definitiva, sentí que el World Pride en Madrid 2017 acabó con muchos pendientes políticos, sociales y culturales, destacando la exclusión de comunidades otras –migrantes, negras, sudamericanas– que no se vieron reflejadas e integradas en este orgullo mundial comercializado, musculado y hegemónicamente blanco. Un orgullo que excluyó a las comunidades pobres y críticas. Se trató de un orgullo poderoso, sano, feliz, un orgullo que escondió en el último clóset de la homosexualidad las urgentes políticas públicas del VIH/SIDA.
El Che de los Gays en Marcha del Orgullo Crítico. 28 de junio de 2017. Foto: AFP
Crédito foto que ilustra la cabecera del artículo: Marcha de la Diversidad Sexual. Santiago de Chile, septiembre de 2011. Foto. Cristóbal Olivares
Por fin una exposición del underground y de la contracultura de los años 70 en Catalunya. Fueron unos años de creatividad desbordante, sin cánones impuestos, vividos al margen de prebendas, partidos e instituciones. Las incoherencias del régimen franquista en su decadencia, la persecución centrada en los partidos políticos marxistas e independentistas, y la distancia geográfica que nos alejaba del centro neurálgico del poder, posibilitaron unas grietas por las que se coló una parte de la juventud inquieta y conectada con las corrientes contraculturales que llegaban de fuera.
Jaime Rosal era un tipo raro. Traducía a los franceses de la Ilustración (una gauche divine más bien olvidada), decía lo que pensaba y fumaba en pipa con delectación.
El Palau Robert prepara una exposición que reivindica la contracultura de los setenta.